martes, 2 de junio de 2015

El tedio del señor S.

En medio de la angustia, del aburrimiento que provoca un domingo por la tarde, don, S., tomó de la biblioteca un libro de Borges, hojeó y hojeó…vio el título del cuento “Hombre de la Esquina Rosada”. Siguió la lectura. Pero ocurrió algo que se parece a un cuento. No pasaron más de diez segundos y la revelación. Cuando iba por la tercera oración. Oración que hablaba de una noche, noche en que hubo alguien que no se iba a olvidar porque esa noche iba a recibir una visita. De repente, la visita, antes de entrar al ranchito, moribundo se escapó, no de él, ni de nadie, salió del texto, saltó la página. De ahí en más se leía: “es noche que no se me olvidará, como que en ella vino porque sí a dormir en mi rancho” Y algo peor, un tal Rosendo Juarez, la siguió, también saltó el texto, la página. El texto quedó así: es noche que no se me olvidará, como que en ella vino porque sí a dormir en mi rancho y dejó, para no volver, el Arroyo. A ustedes, claro que les falta la debida esperiencia para reconocer ése nombre, pero era de los que pisaban más fuerte por Villa Santa Rita” (sic) Y como, estos dos personajes se escaparon hubo un tercero que se salvó. Un tercero que al principio lo dieron por finado. Saltó, inmediatamente,  también del texto, cosa que si quedaba ya se sabe su destino. Al final, los personajes se fueron todos o casi todos, porque al final quedó el mentado Borges, ahí sólo, y con un cuchillito en la mano sin saber de dónde salió. Los personajes se escaparon del cuento, de las páginas,  al texto se le escaparon los nombres, y a los nombres fueron sustituidos por los pronombre, siempre,  tan vacíos, las demás palabras no sabían qué función cumplían entonces se disolvieron en letras, todas dispersas, caóticas, sin sentido. Volvió el tedio a la vida  de don, S.