Creo que cuando el mandamiento se
establece, el adulterio, tiene que ver con una idea mucho más maximizada que
hoy de los vínculos afectivos como posesión, más en las sociedades más antiguas
más machistas que alguien esté con la mujer de otro es como un robo, está más
asociada a la cosificación de las personas que hacen que excedan los vínculos legales se transforme una especie apropiación
indebida violentando de ese modo cierta autonomía básica en la que supone que
cada uno es dueño de su deseo, o sea de la nada, porque el deseo es una inesencialidad
que siempre está en búsqueda de su plenificación. Uno podría pensarlo al revés más
que fidelidad-infedelidad haya una red así
rizomática de encuentros entre personas que se van vinculando a través
de su deseo, pero bueno entramos en esa discusión típica de cómo salir de la
monogamia. Adulterio- fidelidad tienen que ver con un tipo de estructura social
en la cual la monogamia supone que los vínculos implican una mutua interdependencia
que si le quieren quitar tanto peso lo podemos reducir a la idea de amor como
contrato. La pregunta es esa, básicamente, así como nos vinculamos en
relaciones sociales con otros donde hay reglas, hasta qué punto un vínculo
afectivo tiene que estar mediado por reglas si lo que se trata es de compartir
el afecto. Yo diría me parece genial que en toda relación entre dos o los que
sean haya reglas si después hay una implicancia en los bienes, las
responsabilidades, en las obligaciones todo eso está. Hay un aspecto
contractual que está presente en todo vínculo (para mí) sea afectivo o no el
problema es cuando lo contractual atraviesa lo afectivo o aspira atravesar lo
afectivo, implicando una reciprocidad del deseo que repito de una reciprocidad de
algo que en realidad no existe en sí mismo porque el deseo se impulsa desde una
carencia, entonces yo te quiero y vos me tenés que querer, lo que se vuelve
contrato es la circulación del afecto, ahí la cagamos básicamente, después, obviamente,
yo lavo los platos el lunes vos los martes, qué le vamos a hacer!, hay que
acordar el funcionamiento de cualquier proyecto comunitario, incluyendo
la familia, incluyendo la pareja. El problema es cuando ese contractualismo
sino además de tener que ver con la administración comunitaria pasa a tener que
ver con la administración de los afectos
ahí hay un desplazamiento indebido (para mi) que hace que se vuelvan valores fundamentales
la fidelidad, no porque esté bien o porque esté mal, yo creo hay algo muy interesante en la
fidelidad en la medida en que exceda lo contractual. Si hacemos una reducción
de la fidelidad a lo contractual, entonces, deja de ser fidelidad, porque la
fidelidad en tanto, fe, fiel supone un salto de todo contrato. Si hay contrato
no hace falta la fe, no hace falta ser fiel, si yo te soy fiel es porque más
allá del contrato decido entregar-te mi fidelidad. No me importa estar
coaccionado, no necesito, incluso, diría porque no estoy coaccionado, porque no
estoy obligado decido ser-te fiel, en cambio, si te soy fiel porque estoy
obligado eso es contrato. No está ni bien ni mal, pero no es fidelidad. La
fidelidad tiene un elemento que justamente lo sustrae de la lógica del
intercambio, de la lógica contractual, eso es unilateral, por eso no puede
haber un pacto de fidelidad y si lo hay estamos todos “felices”, seguros y
tranquilos pero no estamos hablando de fidelidad, estamos hablando de otra cosa….el
amor medio como que está sobrevalorado, siendo que hay tantas cosas y está
bueno empezar a abrir las ideas tan instaladas, yo no digo que haya que tomar
decisiones tan virulentas, pero si empezar a cuestionar las ideas tan plasmadas
en nuestra cotidianeidad que a veces no nos permiten ver todo lo que creceríamos al corrernos de ciertas lógicas
que nos ocultan una necesidad de aseguramiento y sin darse cuenta terminan instrumentalizando,
cosificando los vínculos humanos que no es otra cosa que cosificarse a sí
mismo.
miércoles, 9 de marzo de 2016
No cometerás adulterio
La lectura cristiana en su
mandamiento: “No cometerás adulterio”, esto supone un conflicto, es decir, el
conflicto con el adulterio excede su proveniencia religiosa, obviamente hay
mandamientos que remiten rápidamente, a su origen religioso y otros que se
instalan después, tal vez, ese es su gran éxito. Se instalan con las formas en
que nos vinculamos con los otros, contemporáneamente, y uno olvida que tienen
una presencia en el texto bíblico, uno olvida porque se han vuelto valores que
determinan parte de nuestra condición. Ahora, es interesante ver hasta qué
punto la prohibición del adulterio que hoy en algunas sociedades puede tener
una instancia legal, lo que habla es de qué tipo de contrato que se realiza en
términos de la pareja en términos de fidelidad, supone una raíz religiosa y
supone un tercero ahí que está ahí legislando, porque los mandamientos tienen
sentido porque son una orden divina. Un pacto siempre supone un tercero que lo
cuida, que vela porque hay intereses contrapuestos…qué interesante sería un
tipo de vincularidad que no necesite de un control, pero también en algún punto
por algo nos expresa. Este cuestionamiento que hacemos a ciertos valores
supuestos, este tipo de cuestionamientos dicotómicamente, no solo habla de por
qué nos oponemos sino también de una faceta nuestra con la que nos peleamos,
quiero decir, nos hace ruido, por un lado un mandamiento que nos obligue a no
cometer adulterio, porque nos hace ruido el adulterio, pero porque nos hacen
ruido dos cosas superpuestas y opuestas que por un lado hay algo que no cierra
la fidelidad monogámica tradicional, al mismo tiempo hay algo que tampoco
cierra la idea en que no haya en las personas algún tipo de normativa que nos
cuide entre todos, la cuestión de la monogamia nos genera una problemática pero
que al mismo tiempo toda salida de la monogamia nos genera angustia, nos genera
una sensación de que nos excede nuestra capacidad de control porque no hay
forma, porque en el fondo está el control porque por algo es una ley, igual la
palabra adulterio es una recontra cagada, porque se ha ido cargando,
socialmente, de ribetes hasta casi, delictivos, ya que aparezca en diez
mandamientos que ordenan la vida social, la vida existencial, la vida moral, entonces, el adulterio, sería
salirse de la institución legal en la que uno está en términos de matrimonio, en
términos de pareja legal; sin salirse del vínculo legal estar quebrando una de sus reglas
que es la fidelidad mutua. Entonces el adulterio está cargado de violación del
pacto que en el adulterio está asociada a una cuestión más lasciva, más hedonista,
más de un erotismo mal visto, más carnal porque tiene eso el adulterio tiene
esta cosa de referir una zona de nuestro
ser que según la ética tiene un principio religioso y después peor todavía un
racionalismo europeo moral que supone
que a esa zona hay que domesticarla, hay que controlarla, pero además, en el
adulterio está la otra situación que tiene que ver con la repercusión social,
porque, cuando uno comete adulterio se transforma en una especie de promiscuo
moral y hace del “otro” una víctima.
Dario Gabriel Sztajnszrajber
http://ar.ivoox.com/es/demasiado-humano-31-audios-mp3_rf_10728371_1.html
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