miércoles, 9 de marzo de 2016

No cometerás adulterio

La lectura cristiana en su mandamiento: “No cometerás adulterio”, esto supone un conflicto, es decir, el conflicto con el adulterio excede su proveniencia religiosa, obviamente hay mandamientos que remiten rápidamente, a su origen religioso y otros que se instalan después, tal vez, ese es su gran éxito. Se instalan con las formas en que nos vinculamos con los otros,  contemporáneamente, y uno olvida que tienen una presencia en el texto bíblico, uno olvida porque se han vuelto valores que determinan parte de nuestra condición. Ahora, es interesante ver hasta qué punto la prohibición del adulterio que hoy en algunas sociedades puede tener una instancia legal, lo que habla es de qué tipo de contrato que se realiza en términos de la pareja en términos de fidelidad, supone una raíz religiosa y supone un tercero ahí que está ahí legislando, porque los mandamientos tienen sentido porque son una orden divina. Un pacto siempre supone un tercero que lo cuida, que vela porque hay intereses contrapuestos…qué interesante sería un tipo de vincularidad que no necesite de un control, pero también en algún punto por algo nos expresa. Este cuestionamiento que hacemos a ciertos valores supuestos, este tipo de cuestionamientos dicotómicamente, no solo habla de por qué nos oponemos sino también de una faceta nuestra con la que nos peleamos, quiero decir, nos hace ruido, por un lado un mandamiento que nos obligue a no cometer adulterio, porque nos hace ruido el adulterio, pero porque nos hacen ruido dos cosas superpuestas y opuestas que por un lado hay algo que no cierra la fidelidad monogámica tradicional, al mismo tiempo hay algo que tampoco cierra la idea en que no haya en las personas algún tipo de normativa que nos cuide entre todos, la cuestión de la monogamia nos genera una problemática pero que al mismo tiempo toda salida de la monogamia nos genera angustia, nos genera una sensación de que nos excede nuestra capacidad de control porque no hay forma, porque en el fondo está el control porque por algo es una ley, igual la palabra adulterio es una recontra cagada, porque se ha ido cargando, socialmente, de ribetes hasta casi, delictivos, ya que aparezca en diez mandamientos que ordenan la vida social, la vida existencial, la  vida moral, entonces, el adulterio, sería salirse de la institución legal en la que uno está en términos de matrimonio, en términos de pareja legal; sin salirse del  vínculo legal estar quebrando una de sus reglas que es la fidelidad mutua. Entonces el adulterio está cargado de violación del pacto que en el adulterio está asociada a una cuestión más lasciva, más hedonista, más de un erotismo mal visto, más carnal porque tiene eso el adulterio tiene esta cosa de referir  una zona de nuestro ser que según la ética tiene un principio religioso y después peor todavía un racionalismo europeo  moral que supone que a esa zona hay que domesticarla, hay que controlarla, pero además, en el adulterio está la otra situación que tiene que ver con la repercusión social, porque, cuando uno comete adulterio se transforma en una especie de promiscuo moral y hace del “otro” una víctima.

Creo que cuando el mandamiento se establece, el adulterio, tiene que ver con una idea mucho más maximizada que hoy de los vínculos afectivos como posesión, más en las sociedades más antiguas más machistas que alguien esté con la mujer de otro es como un robo, está más asociada a la cosificación de las personas que hacen  que excedan los vínculos  legales se transforme una especie apropiación indebida violentando de ese modo cierta autonomía básica en la que supone que cada uno es dueño de su deseo, o sea de la nada, porque el deseo es una inesencialidad que siempre está en búsqueda de su plenificación. Uno podría pensarlo al revés más que fidelidad-infedelidad haya una red así   rizomática de encuentros entre personas que se van vinculando a través de su deseo, pero bueno entramos en esa discusión típica de cómo salir de la monogamia. Adulterio- fidelidad tienen que ver con un tipo de estructura social en la cual la monogamia supone que los vínculos implican una mutua interdependencia que si le quieren quitar tanto peso lo podemos reducir a la idea de amor como contrato. La pregunta es esa, básicamente, así como nos vinculamos en relaciones sociales con otros donde hay reglas, hasta qué punto un vínculo afectivo tiene que estar mediado por reglas si lo que se trata es de compartir el afecto. Yo diría me parece genial que en toda relación entre dos o los que sean haya reglas si después hay una implicancia en los bienes, las responsabilidades, en las obligaciones todo eso está. Hay un aspecto contractual que está presente en todo vínculo (para mí) sea afectivo o no el problema es cuando lo contractual atraviesa lo afectivo o aspira atravesar lo afectivo, implicando una reciprocidad del deseo que repito de una reciprocidad de algo que en realidad no existe en sí mismo porque el deseo se impulsa desde una carencia, entonces yo te quiero y vos me tenés que querer, lo que se vuelve contrato es la circulación del afecto, ahí la cagamos básicamente, después, obviamente, yo lavo los platos el lunes vos los martes, qué le vamos a hacer!, hay que acordar el  funcionamiento  de cualquier proyecto comunitario, incluyendo la familia, incluyendo la pareja. El problema es cuando ese contractualismo sino además de tener que ver con la administración comunitaria pasa a tener que ver con la administración de los afectos  ahí hay un desplazamiento indebido (para mi)  que hace que se vuelvan valores fundamentales la fidelidad, no porque esté bien o porque esté mal,  yo creo hay algo muy interesante en la fidelidad en la medida en que exceda lo contractual. Si hacemos una reducción de la fidelidad a lo contractual, entonces, deja de ser fidelidad, porque la fidelidad en tanto, fe, fiel supone un salto de todo contrato. Si hay contrato no hace falta la fe, no hace falta ser fiel, si yo te soy fiel es porque más allá del contrato decido entregar-te mi fidelidad. No me importa estar coaccionado, no necesito, incluso, diría porque no estoy coaccionado, porque no estoy obligado decido ser-te fiel, en cambio, si te soy fiel porque estoy obligado eso es contrato. No está ni bien ni mal, pero no es fidelidad. La fidelidad tiene un elemento que justamente lo sustrae de la lógica del intercambio, de la lógica contractual, eso es unilateral, por eso no puede haber un pacto de fidelidad y si lo hay estamos todos “felices”, seguros y tranquilos pero no estamos hablando de fidelidad, estamos hablando de otra cosa….el amor medio como que está sobrevalorado, siendo que hay tantas cosas y está bueno empezar a abrir las ideas tan instaladas, yo no digo que haya que tomar decisiones tan virulentas, pero si empezar a cuestionar las ideas tan plasmadas en nuestra cotidianeidad que a veces no nos permiten ver todo lo que  creceríamos al corrernos de ciertas lógicas que nos ocultan una necesidad de aseguramiento y sin darse cuenta terminan instrumentalizando, cosificando los vínculos humanos que no es otra cosa que cosificarse a sí mismo.
Dario Gabriel Sztajnszrajber
http://ar.ivoox.com/es/demasiado-humano-31-audios-mp3_rf_10728371_1.html