lunes, 20 de noviembre de 2017

Pensando la educación desde Emmanuel Levinas-conferencia de Joan Carles Mélich


No podré extenderme en mi exposición. Me limitaré a darles lo que a mí me parece las tres ideas más importantes:
1.       La cuestión ontológica
2.       La cuestión ética
3.       La cuestión pedagógica.
El recorrido no es fiel al pensamiento de Levinas sino abre paso para pensar las cuestiones, no es una lectura histórica, no es una lectura objetiva, ni siquiera académica sino más bien filosófica e inspiradora. Levinas me ayuda a entender la educación, a ahondar con la literatura, es entonces,  que desde la educación lo más importante no es pensar,  sino invitar a pensar infinitamente,  no terminar nunca, no cerrar, no clausurar la lectura y la interpretación. La lectura para que sea educativa tiene que dar lugar a una nueva lectura y así sucesivamente, toda lectura que se clausure, toda palabra final, todo final de trayecto acaba por someter en puro adoctrinamiento y acaba convirtiendo al educador no en alguien quien acompaña el camino que se está haciendo, en un camino que no existe, en un camino que se está haciendo al andar convirtiéndose en un guía que nos lleva a la “tierra prometida”, en un líder, en un caudillo, en un cacique.
Levinas, parte de la concepción del ser humano no metafísica, aunque Levinas la utiliza en otro término. Hay dos grandes maneras de hacer filosofía. Una manera metafísica que es predominante y ha sido dominada en la cultura occidental desde Parménides hasta Hegel que es entender que hay unas esencias inmutables que piensan eres lo mismo que la historia tiene un sentido y que finalmente la historia, mejor las historias van a terminar y todos abriremos la puerta del paraíso. En esta tradición el ser humano se lo entiende como una dualidad entre cuerpo y alma porque generalmente el mundo se divide en el mundo que vemos y el mundo de las sombras como diría, Platón, El mundo de las ideas, entre el mundo sensible y el mundo inteligible, entre lo que cambia, las transformaciones y lo que es eterno. Esta visión metafísica ha dominado la cultura occidental. Frente a esta tradición metafísica que yo llamaría metafísica que cree a modo de Descartes quien pensaba que existen verdades tan firmes y seguras que ni la más extravagantes suposiciones de los escépticos son capaces de conmover, cuando en realidad lo que hay es tiempo, espacio, historia o de nuevo, mejor historias, no hay camino hay sendas perdidas en el bosque “caminos en el bosque”, a decir de Heidegger, lo que hay son relaciones, lo que hay son contextos, lo que hay son situaciones, por lo tanto no hay una esencia humana, no hay verdades absolutas, firmes, universales, lo que hay es un juego de interpretaciones. Yo adhiero a la tesis de Nietzsche “no hay hechos, solo interpretaciones”. No hay entonces, fenómenos morales, sino hay interpretaciones morales de los fenómenos (más allá y del bien y el mal). La posición que se toma es perspectivista que nada tiene que ver con la relativista. Todo es un juego de perspectivas, pero es importante saber que existen perspectivas mejores que otras, no todas las perspectivas son iguales, aunque, la mejor de las perspectivas sigue siendo una perspectiva, es decir, nadie es capaz de escapar a su condición de finitud, nadie puede escapar a su condición corpórea, a su condición de mortal, a su condición adverbial.  Solamente, los salvadores de la patria, solamente los totalitarios, solamente aquellos que creen en la verdad absoluta, solamente los que no educan sino adoctrinan creen que han podido escapar de la caverna contemplar la luz del sol y volver a decirnos al resto de los mortales cuál es el buen camino, hacia donde tenemos que ir. Yo creo que Levinas me ha enseñado al ser humano como ser humano, es decir, finito no está capacitado de cruzar las puertas del paraíso, al menos aquí, al menos aquí como ser infinito, como ser adverbial, en cambio ha habido muchas personas en Europa y en América, especialmente, lo saben muy bien porque les ha tocado vivirlo, les toca vivirlo, en sus propias carne, muchas personas han pisado las puertas del infierno y algunas han vuelto para contarlo, por tanto la ética de Levinas es una ética no como la de Platón construida a partir de la idea del bien, no como  la de Kant construida a través de un imperativo categórico descorporeizado, a partir del principio de dignidad, sino a través de una experiencia histórica del mal, es decir, la experiencia del sufrimiento, de esos cuerpos sufrientes, esos cuerpos dolientes que día a día pueblan el mundo el cual nos ha tocado vivir. Frente a la pregunta ética, aristotélica, helenística ¿cómo puedo ser feliz? Frente a la pregunta ética, kantiana, por tanto moderna e ilustrada ¿qué debo hacer? La pregunta que nos propone Levinas es ¿Quién sufre y cómo puedo estar a la altura del sufrimiento del otro?¿Cómo puedo acompañar al otro en su sufrimiento? Esta es la gran pregunta de Levinas. Digamos que Levinas ejemplifica en la palabra Auschwtz. Estos días he insistido mucho en esta idea, una idea que también está en Adorno, en Theodor Adorno, Adorno coincidiría con Levinas con otras no, pero hay un punto que creo que es importante que la palabra Auschwtz, es mucho mejor que la palabra Shoah que la palabra holocausto porque Auschwtz muestra un hecho histórico terrible, terrible, pero Auschwtz es también un símbolo, el símbolo del mal absoluto, el símbolo del mal en la tierra, símbolo de lo que es capaz seres humanos bien formados que esto es lo terrible. Hemos estado durante dos mil quinientos años partiendo de un presupuesto, prejuicio pedagógico que decía, que dice que “el mal es fruto de la ignorancia” y que una persona bien educada, bien formada en humanidades, necesariamente, debería hacer el bien y esto es lo que la experiencia de Auschwtz ha refutado radicalmente. Auschwtz no nace de la incultura, Auschwtz, como dice George Stiener nace del corazón de  la civilización. Auschwtz nace en el lugar más culto de la tierra, del corazón de Alemania. Auschwtz nace en la patria de Wagner, de Rilke, la patria de todos estos autores. George Steiner nos propone una pregunta que perfectamente la podría suplir Levinas ¿cómo es posible que alguien lea a Rilke por la mañana, escuche a Bach, a Mozart por la noche y al mediodía va a torturar a Auschtz? Esto ha sucedido, esto sigue sucediendo, por tanto, la ética de Levinas es una ética que recoge una idea  años después, quien se ocupa también del totalitarismo, Geogio Agamben necesitamos una ética que no sea capaz de enfrentarse al infierno, al mal absoluto, al horror concentracionario,  a la muerte, no es ética para los pueblos. Esto lo deberíamos pensar y junto a una ética deberíamos pensar cómo educar para que Auschwtz no vuelva a repetirse, este es el peligro de nuestro tiempo de que Auschwtz se repita que de hecho se está repitiendo, porque insisto esta palabra es el símbolo para expresar el mal, pero el mal radical.
Hay una palabra en Levinas, (todo lector conoce, el lector de Levinas) cuando él nos habla de ética y educación es la palabra “Rostro”, “Visage” en francés. Es enormemente importante distinguir el rostro de la cara. Normalmente vemos caras, es decir, vemos categorías, vemos el color de la piel, vemos el género masculino-femenino, vemos ciudadanos, vemos extranjeros, vemos padres, madres, hijos, blancos, rubios, morenos, todo esto forma parte lo que en Levinas es propio de la cara. La cara se ve pero la cara no es el rostro. El rostro es una demanda, el rostro es una apelación, una apelación de un nombre propio no de una categoría. No es una persona la que demanda en el rostro, es un nombre propio, es decir, alguien quien tiene cuerpo, alguien corpóreo, alguien que sufre y el rostro nos demanda que no pasemos de largo, que no seamos indiferentes a ese sufrimiento. Esa es la ética de Levinas, una ética de la no indiferencia frente al dolor del otro. Una ética que no se base en imperativos categóricos sino en la sensibilidad al mal, al valor, al sufrimiento.
Emmanuel Levinas, es judío o era judío y cita siempre génesis 4:9 cuando Dios le pregunta a Caín ¿dónde está tu hermano? Y Caín responde, ¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano? La respuesta de Caín es sincera pero es pura ontología “yo soy yo y tú eres tú” y lo que a ti te pase a mí me trae sin cuidado. Hay una diferencia entre tú y yo pero que acaba siendo in-diferencia. Frente a eso hay otra manera de entender las relaciones humanas, la relación ética, la relación no con caras sino con el rostro que me llama. En este caso Levinas no lo hace, yo me voy a permitir, citar otro texto desde un punto de vista literario, no estoy citando textos bíblicos desde un punto de vista religioso sino desde el punto de vista netamente literario, cultural que es Lucas10:30 el relato del samaritano. Los tres personajes pasan por delante de un hombre herido, todos tienen moral porque la moral la tiene todo el mundo: nacemos, construimos nuestra moral un conjunto de normas, imperativos, de valores pero solo uno de ellos, el samaritano, porque además había sido educado para no atender los sufrimientos de ses ser, de ese judío, porque ese judío ya no era considerado ni una persona es el que rompe con la moral que ha heredado, hay una transgresión, una genuina transgresión de la moral y da una respuesta ética, es decir, da una respuesta comprensiva. La compasión es ponerse junto al otro que sufre, ayudar en su sufrimiento y es una relación netamente gratuita. Es como dría Jacques Derrida ( gran amigo y continuador de la ética de Levinas). La compasión es un “don” y el don no es intercambio, No hay que confundir dar con intercambiar. Cuando uno intercambia espera que algo regrese. Yo te doy para que tú me dés, por tanto, hay una espera, hay una reciprocidad. Vivimos en un mundo donde todo gira,( insisto, en Derrida que es la misma línea de Levinas) en torno a la lógica de lo económico. Te doy para que me devuelvas pero la ética si existe, si hay ética es un dar netamente gratuito, es puro “doy” simplemente te doy a cambio de nada. Simplemente, decimos o hay don, o hay gratuidad o no hay ética.
 Ustedes me pueden decir el don es imposible, la gratuidad es imposible, pues bien, pero, entonces, no hay ética. Y si no hay ética tampoco hay educación porque lo que hace que la educación sea educación y no adoctrinamiento es la respuesta ética. Moral hay siempre, esta distinción también, está en Levinas, también el adoctrinamiento es una moral.
Ni el nacismo, ni cualquier otro sistema totalitario no creo  tengan déficit de moral sino más bien un exceso. El nacismo es un exceso de moral, el nacismo hoy todavía queda un resto, yo creo vivimos en un tiempo de mucha moral y poca ética. Lo que hace que la educación sea educación y no otra cosa, no adoctrinamiento es la ética. El dar-se al otro. El educador no es solamente aquel que da algunos conocimientos, aptitudes, algunos valores, aquel que da sino sobre todo es aquel que se da. El dar educativo es un dar-se, es decir hacerle ver a ese otro que tengo delante que él es importante para mí y su sufrimiento me importa que soy sensible a su dolor que no soy in-diferente a lo que él o a ella le sucede por lo tanto, la palabra clave aquí ya no es diferencia sino deferencia, ser deferente con el otro, tener cuidado con él…La ética no está al final de la educación, no es un objetivo de la educación sino todo lo contrario su condición de posibilidad. La ética está al principio no está al final. La relación educativa  es ética o no es educativa.
No me voy a extender mucho, voy a ir terminando no concluyendo porque en educación nunca se debe concluir, es decir, nunca se debe cerrar….voy a terminar con un verso de Paul Celan “yo soy tú cuando yo soy yo”.

Muchas gracias
https://www.youtube.com/watch?v=DXZipK7yaas