domingo, 5 de mayo de 2013

El fracaso de la escuela


Como ya lo anuncié en el título voy a hablar de la escuela. Yo había leído la frase de Foucault, pero no estoy seguro que de él fuera su autoría, la frase decía algo así: “todo filósofo, todo investigador debe analizar lo obvio” …  Ob: en frente, vio: camino, o sea, analizar el camino de en frente, eso que está ahí frente a nuestros ojos.
La escuela  tal así como la conocemos tiende a transformarse, a cambiar su orden escolar, y por qué no pensar hasta podría dejar de existir en los próximos cincuenta, cien o doscientos años, pensar también que mutará en escuelas elitistas inaccesible al común de los ciudadanos. Sí, insisto la escuela  puede llegar a desaparecer, lo que no desaparecerá es la educación, ya que es inseparable del ser humano. La escuela con sus rituales, con sus prácticas de control social, de construcción de ciudadanía está fracasando, un fracaso con alevosía frente a los poderes fáticos, frente al pensamiento binario, de corte neoconservador. O como dice Galeano: “el colonialismo visible te mutila sin  disimulo, te prohíbe decir, te prohíbe hacer, te prohíbe ser. El colonialismo invisible, en cambio, te convence de que no se puede decir, no se puede hacer, no se puede ser”. Por eso  es necesario zambullirse en las profundidades de la escuela, su estructura, su ritmo, su transmisión, el sociólogo británico Basil Bernstein, decía que para saber la estructura profunda de una práctica institucional hay que interrogarse por lo que prohíbe. Si queremos comprender cómo funcionan las estructuras de producción, transmisión y control del conocimiento. Sólo así conoceremos sus límites y, por tanto, las reglas básicas de su funcionamiento. Indagarse sobre esto en la escuela es indagarse sobre lo que se hace de y en ella, Jorge Larrosa en una conferencia señaló que: “Lo que nosotros hacemos, cada día, es escribir y leer, hablar y escuchar. Y podríamos decir, a partir de ahí, que el conformismo lingüístico está en la base de todo conformismo, que hablar como Dios manda, y escribir como Dios manda, y leer como Dios manda es, al mismo tiempo, pensar como Dios manda”. Recordemos que en la antigüedad los esclavos tenían derecho a transmitir habladurías, chismes, a cantar, pero no a decir algo serio sobre su esclavitud; ello estaba seriamente penado. Es así que los niños que, de manera inocente, se preguntaban sobre el estado de esclavitud de los padres eran reprimidos, esto se articula con los usos del olvido que hace la política, y la trama de la memoria que se teje acerca de qué recordar y de qué olvidar, pues sobre ello la escuela huye despavorida en  el abordaje de la diversidad. En este sentido, vivimos  la década de los 90  la participación política, era entonces la política del olvido,  mientras que en la actualidad la política de construcción de la memoria implica, la construcción de un pasado colectivo, grupal, institucional, también singular y personal, pero aparecen las ideas de  quiénes no quieren esto, con categorías de palabras cerradas, como por ejemplo: adoctrinamiento, difunden un paquete cerrado, inmodificable, incuestionable, dicen  de  los jóvenes  que son adoctrinados para ser funcionales a cierto “régimen político”, cuando toda persona es un sujeto político, ocurre claro,  que la política, toda acción política implica cuestionar la cultura escolar vigente, abrirla, buscarla, transformarla.

Estos paquetes son transmitidas por los propios docentes quienes ejercen cierto tipo de violencia en las palabras que a diario circulan como una verdad instituida: (Los alumnos son todos unos vagos) (tenés ahí treinta monos que no les interesa nada) ( no estudian nada) (quieren todo servido) ( están rompiendo las guindas con el celular) (el que tiene un piercing se parece un indio)( no te escucha) (no hacen silencio)(no trabajan)  (no quieren hacer nada)(no, no y no) La negación al compromiso  con la tarea de educadores. En una investigación de la provincia de San Luis, titulada “Pensar las violencias. La mirada del docente” se señala que “ Podemos decir que el docente cumple un papel importante en generar herramientas aptas para el desempeño del educando en la sociedad (Moreno; 1986), cuando su desempeño se ve agotado para los entrevistados, hay docentes que al sobrellevar situaciones de violencia (por ejemplo peleas entre los alumnos) prefieren no hacer nada al respecto; “en las escuelas donde hay chicos peleándose muchos docentes optan por seguir de largo, siguen se van al auto y se van, no intervienen como adulto, no intervienen como educadores” (E-1), “cada uno hace lo que puede en la escuela para trabajar, y generalmente muchos se toman licencias para evadir ese tipo de conflicto de violencia” (E-1). Además los entrevistados ven que el docente puede llegar a ser violento con “los rótulos”, “descalificaciones” o inclusive el propio discurso que trasmite; “muchas veces la descalificación y la rotulación aparece por los docentes” (E-5), “a veces no nos damos cuenta y lo hacemos, muchas veces nuestros discursos como educadores también son perversos, porque para sostener una cierta situación acudimos a la discriminación o acudimos a ejemplos” (E-1), “las palabras no son ni buenas ni malas,  pero hay palabas que deben ser dado que el contexto formal y hay palabras que buscan provocar en el otro una reacción de lastimar” (E-3), “pero el alumno ya está tenso, ya vienen a la defensiva de que vos le digas, vos sos un adolescente, los adolescentes son esto, son aquello, vienen con eso; entonces ellos ya saben que uno ya tiene un rótulo para ellos” (E-1); pero otros entrevistados piensan que los docentes no tienen la responsabilidad ni la posibilidad de resolver las dificultades de los alumnos; “el docente no puede solucionar todos los problemas  de los alumnos, entonces su tarea es enseñar y no tienen la bola de cristal, ni la bolsa llena de plata” (E-3)”.

Para terminar, cerraré con un  parlamento de Henry Barthes, personaje principal de la película: “Detachment”: “ Entonces cuando leemos, nos damos cuenta de que la casa de los Usher no es un solo un viejo y decrépito castillo que necesita arreglos, es también un estado del ser… Durante todo un día de otoño, triste, oscuro, silencioso, cuando las nubes se cernían bajas y pesadas en el cielo, crucé solo, a caballo, una región singularmente lúgubre del país; y, al fin, al acercarse las sombras de la noche, me encontré a la vista de la melancólica Casa Usher…Miré el escenario que tenía delante -la casa y el sencillo paisaje del dominio, las paredes desnudas, las ventanas como ojos vacíos, los ralos y siniestros juncos, y los escasos troncos de árboles agostados- con una fuerte depresión de ánimo únicamente comparable, como sensación terrena, al despertar del fumador de opio, la amarga caída en la existencia cotidiana, el horrible descorrerse del velo. Era una frialdad, un abatimiento, un malestar del corazón… “Fracasando,  estamos fracasando, en el sentido que hemos defraudado a todos, incluidos nosotros mismos”. La escuela  fracasó.