"[…] en una palabra, la
extensión tranquilizadora de una economía. El escritor no saca nada de ella en
definitiva: la lengua es para él más bien como una línea cuya transgresión
quizá designe una sobrenaturaleza del lenguaje: es el área de una acción, la
definición y la espera de un posible” Roland Barthes. Grado cero de
la escritura.
Luego de las dos semanas de
vacaciones se me vinieron encima los trabajos pendientes, atrasados,
retrasados. Sorteado el escollo, la actividad laboral volvió a su cauce “natural”.
Reuniones, planificaciones, entrevistas y mesas de exámenes. Primero,
transcurrí en los días de vacaciones en un constante navegar, en ir a fondo ¿Cuál? Introspección:
revisar-me, indagar-me, preguntar-me. Todos estos días los tildé no sólo de
necesarios, quizá insuficientes, pero desde el punto que partí y al que llegué
fue todo un recorrido significativo… muy. Las experiencias [me] las valoro como
también la experiencia de las lecturas de Lacan y del psicoanálisis para llegar
a conclusiones a escribirlas entre otras... en pleno escriturario con sus contingencias, a propósito: “Los escritos sobre la escritura han
señalado diversos caminos de reflexión: la escritura como la adquisición
distintiva de la vida del hombre, logro y, a la vez, sentencia, pero también
como la diferencia que marca la diferencia en relación con el pasaje de la
naturaleza a la cultura, como aquello que tiene importancia por su carácter
consusntancial con la estructuración del sujeto, así como las marcas simbólicas
esciturales que condensan la determinación misma del viviente por el símbolo,
hasta los avatares que han sufrido todos los textos para ser legibles”
Jussara Teixeira- Rolando H. Karothy. Del prólogo de Contexto y psicoanálisis.
Escritura. Dentro de esta conceptualización más o menos amplia de escritura me
inscribo para narrar, algo de lo que me pasó y lo actualizo en este escrito
como una ‘marca’, como ‘logro’ y ‘sentencia’, como algo que me ‘estructura’ en tanto sujeto y
que presento lo indecible volcándolo desde el escribir a la hoja de la hoja al
pasaje para que se vuelva y sea ‘legible’. Aunque, voy a interrumpir las lecturas
lacanianas, no por que las haya comprendido sino más bien porque el interés
ahora se centra desde otra perspectiva y esto no quiere decir que lo haya
abandonado a Lacan y su psicoanálisis, claro que lo consultaré de tanto en
tanto, sobre todo porque sigo leyendo con cierta in-formalidad el campo
disciplinario: psicología. Le toca el turno ahora a Jerome Bruner, desde ya espero con
entusiasmo la llegada de sus libros, ya que, la compra la hice por internet a una librería de Buenos Aires, porque acá
esos libros no se consiguen, “La Fábrica de Historias” y “Realidad Mental y
Mundos Posibles”, claro que esto será acompañado como siempre con la lectura de
Roland Barthes, ahora, “El grado cero de la escritura”, entre otros.
Por caso quería
contar, que ayer tenía que asistir como vocal a una mesa de examen
correspondiente a la materia Introducción a la Literatura y Crítica Literaria,
materia que se desarrolla en el primer año de la carrera del Profesorado de
Lengua y Literatura. Nos encontramos con la profesora N., armamos la mesa, los
estudiantes “en capilla” como estilaban decirlo los estudiantes de antes, como quien rezándole a
la virgen o a Dios para obtener un buen resultado en el examen, era alrededor de las 19:00. Seis,
siete chicas más un chico, esperaban a que diéramos inicio a la mesa de examen. Así fue. Se presentó la primera, expuso sus
conocimientos, salió bien, pasó la segunda hizo lo propio pero no llegó a salir
bien, luego de su exposición la profesora hizo algunas preguntas y ahí no pudo
responder con precisión y claridad. Salí a entregarle a esta estudiante su libreta con la nota.
Ella ya había percibido que no alcanzaría la acreditación de la materia,
lo percibí su mirada, sus ojos lagrimosos, mirada con cierta impotencia. A su turno pasa el
chico, a decir verdad, este estudiante me llamaba la atención, por la lentitud de su exposición,
entre palabra y palabra el tiempo se detenía, quedaba estático, hasta que él
rompía de nuevo el silencio con una sola palabra y así, también salió mal. La
profesora dio las indicaciones para el próximo turno. Y Pasa otra estudiante
que es acá donde me quiero detener. Comienza su exposición, desarrolla su tema,
no miraba a la profesora, tampoco a mí, su mirada estaba como perdida, buscando
quizá en el recuerdo de lo que habrán sido sus horas de estudios, las
imágenes de sus apuntes, del libro, buscaba las palabras hasta que las encontraba si
bien es cierto que con cierta dificultad, pero las encontraba. Al ver esto y luego de
unos diez minutos la profesora la interrumpe con una pregunta, la estudiante no la responde,
hace otra, luego otra y todas el mismo resultado, solo movía sus labios en
silencio. La profesora le dice que va a tener que volver a preparar su
exposición, y ahí se le vino el mundo abajo, se derrumbó, yo que hasta ahí sólo
observaba, la miraba y veía que ella hacía fuerzas para no romper el silencio, en llanto. Hasta que no pudo más, esta vez ella interrumpió a la profesora
que daba indicaciones del por qué había salido mal, que generalidades, que
imprecisiones, etc, y claro la profesora tenía razón. Pero cuando la estudiante
rompió en llanto, ver sus lágrimas que caían lentamente, por su mejilla, la
profesora se silenció, con el llanto vinieron sus palabras: “siempre me pasa
esto” ¿El qué? ¿Qué es lo que te pasa siempre? Preguntó la profesora. Siempre salgo mal, contesta la estudiante. A
lo que replica, la profesora “¡pero si esta es la primera vez que rendís
conmigo!”, La estudiante, no, pero yo hablo desde que comencé la carrera, en todas las mesas que me presenté en todas
las materias salí mal, sólo una acredité. El profesor X me dijo que no me dé
por vencida que siga. La profesora le dice “Mirá eso es asunto que sólo vos lo
podés resolver, tendrás que ver si es esto lo que vos realmente querés. ¿Vos
querés seguir esta carrera? Sí, sentenció, la chica, esto es lo que quiero. Ahí aproveché
a meter un bocadillo y le dije, si es esto lo que vos querés, entonces, no hay
ningún problema, por ahí tus tiempos son otros y vos al compararte con otros/as estudiantes
ves que van más rápido y la rapidez no es un asunto indispensable a tu deseo de
ser profesora de Lengua y Literatura. Me escuchó, luego, ya más calma porque vio que la
profesora tenía cierta predisposición a ayudarla. Salió del curso. En eso, la profesora empieza a
mirar, a repasar las notas de las materias que había rendido. Unas seis más o menos. En
la mayoría había un dos. ¿El dos la seguía o ella perseguía el dos? Se había
derrumbado en llanto como un impasse a esa repetición… "La repetición tiñe toda
búsqueda y determina a priori el destino de todo encuentro (…) Todas las
situaciones básicas de la vida son sin retorno. Para que el hombre sea hombre,
tiene que atravesar la imposibilidad de retorno con plena conciencia. “Beberla
hasta el fondo”” (Couso. Memoria de lo
que no fue). Esta estudiante, perseguida-iendo, por ese dos, un dos marcado a fuego en su memoria que
se repetía una y otra vez, mientras observaba la situación, yo pensaba que su
tiempo había quedado ahí estático girando como un trompo que atraía todos sus otros "fracasos" que atraía el dos. Un punto fijo del
cual no podía salir ( o no puede, no lo sabemos) ya que sus mecanismos de comprensión un tanto
sesgados, fragmentados, fija, liga en-a su memoria como una práctica de un constante retorno, el
llanto llamó a su consciencia y de ahí se hizo responsable “siempre me pasa lo
mismo”. Ella es el eje no los demás, por tanto tendrá que mirar con otros
lentes, encauzar, focalizar en cómo la referencia esa, de la cual salió bien y no
de las cuales salió mal. Porque, los relatos en definitiva nos cuentan de que es posible porque antes hubo otros que lo
hicieron posible, a pesar de los condicionamientos y adversidades.