lunes, 16 de mayo de 2016

La literatura en tiempos tecnológicos


 Yo le contaba a mi hija cuando tenía cuatro o cinco años (Andrés te lo voy a contar... porque te va a pasar y me parece que es interesante), yo le contaba a mi hija,  cuentos infantiles, no? Sí, y un día le estaba contando Hansel y Gretel y en el momento en que los hermanitos se pierden en el bosque y empieza a anochecer (¿conocen el cuento, no? Sí, claro) cuando vienen las miguitas de pan, yo le contaba con voz gruesa, para hacerla asustar era de noche, y mi hija de cuatro años en vez de asustarse me dice: “pero por qué no lo llamen al papá por celular!” (jajajaj) Y yo, entonces, pensé por primera vez, que mi hija no sabe que hubo una vida antes de la telefonía inalámbrica y descubrí qué espantosa resultaría la literatura; si el celular hubiera existido siempre, pensemos entre nosotros, en cualquier historia clásica, en cualquiera, en Blancanieves, Caperucita, La Familia de Pascual Duarte,  que ya es una historia más compleja, Cien años de Soledad, cualquier historia, pongámosle un celular en el bolsillo al protagonista ¿funciona la trama? ¿Funciona la trama ahora que los  personajes pueden llamarse de cualquier lado? Noooo, funciona un carajo!, no importa qué historia elijamos, la trama no funciona. Con un teléfono en la mano, por ejemplo, Penélope ya no espera con incertidumbre a que el guerrero Ulises vuelva del combate. Con un teléfono en la canasta, Caperucita alerta a la abuela a tiempo y la llegada del leñador no es necesaria. Con un telefonito el Coronel  sí tiene quien le escriba,  por lo menos algún mensaje de texto, aunque sea spam, entonces Tom Sawyer no se pierde en el Misisipi, gracias al servicio de localización de personas de telefónica. Y El chanchito de la casa de madera le avisa a su hermano que el lobo está yendo para ahí. Y Geppetto recibe una alerta de la escuela avisando que Pinocho no fue a la mañana. Un enorme porcentaje de las historias escritas tuvieron como principal fuente de conflicto la distancia, el desencuentro y la incomunicación. Existen los cuentos clásicos, gracias a la ausencia de la telefonía móvil. Ninguna historia de amor por ejemplo, habría sido trágica o complicada si los amantes esquivos hubieran tenido un teléfono en el bolsillo. La historia romántica por excelencia, la historia más romántica de la historia misma de la literatura ¿Cuál es? Romeo y Julieta. Muy bien. Esa historia, Romeo y Julieta, basa toda su tensión dramática en una incomunicación fortuita. La amante finge un suicidio. El enamorado la cree muerta y se mata en serio y entonces ella cuando se despierta se suicida de verdad. Ahora si Julieta hubiera tenido un teléfono celular le habría escrito un mensaje de texto a Romeo en el capítulo 6 [sic] “me hago la muerta pero no estoy muerta, un beso nos vemos en  Verona”. Todas esas películas, donde el chico corre por la calle para que ella no suba al avión, ahora se solucionan con un mensaje de texto. Yo me pregunto ¿no estará pasando lo mismo con la vida real? No nos estaremos privando de aventuras novelescas por culpa de la conexión permanente? Alguno de nosotros, alguna vez correrá desesperado al aeropuerto para decirle a la mujer que ama que no suba a ese avión? Que la vida es acá y es ahora. Yo creo que no. Yo creo que le enviaremos a esa mujer un mensaje de texto, lastimoso, un whatsapp, breve desde el sofá, para qué hacer el esfuerzo de vivir al borde de la aventura, si algo siempre nos va a interrumpir la incertidumbre, una llamada a tiempo, un mensaje binario, una alarma, nuestro cielo ya está infectado de señales y secretos cuidado que el duende está yendo ahí para matarte… ¡ojo que  la manzana está envenenada!... No vuelvo a la casa porque he bebido… si le das un beso a la muchacha y te ama. Papá! …vení a buscarnos porque unos pajaritos se comieron las migas de pan… Nuestras historias están perdiendo el brillo todas, las escritas, las vividas, incluso las imaginadas, porque a mí me parece que nos estamos convirtiendo héroes perezosos.  ( del programa radial "Perros de la Calle")