miércoles, 21 de diciembre de 2016

Nocturno 5



Había entrado a tu vida de manera especial, tan especial como meterse el dedo en la nariz, o hacer un bollito de papel, o  tener un orgasmo. Para ella vos eras predecible, lo que no vos con ella. Vos no hacía otra cosa que sincerar tu aburrimiento en el senet de tus días. Había pasado tantas veces delante de tu vista que nunca advertiste su presencia, el script de la doxa y la paradoxa no te dejaban ver lo que tenías para ver. Hay quienes dicen que el placer como quien uno  está con su objeto amado pero piensa en otra cosa. Y es así que como vos acostumbrado a ver las mismas imágenes, las de ella eran tal cual te picase un mosquito. La diferencia que comprende entre la primera picadura y la décima. En la treta que el mosquito se aplaste en la mano de un humanoide o escape a otra vena resulta de la misma importancia ¿o hay alguien que persigue a un mosquito que no pudo matar? ¿En todo caso aunque lo siguiese estarías seguro de que era ese el mosquito?  Es como buscar la diferencia entre un estudiante excelente y uno aún más. Muchas veces hay que mirar el recreo.  La historia se constituía en la diferencia, pero no la de Sissa, Dahir y Shiram. Sería como estar ligado a la producción de los granos de trigo (o como cuando lluvió lo preteriso perfectible y simplemente del infinitivo lluviar), entre gota y gota hay que saber no mojarse. La clave siempre fue matemática había dos y había cuatros. La elisión del paisaje en mostrar lo diferente en lo desconocido no serrar la rama sobre la cual uno está apoyado, como en el fútbol siempre hay estilo, repeticiones de formas y de fórmulas hasta que se introduce la irrupción. Podría volver a decirte, podría repetirlo, volver a  un paroxismo amatorio, dulce quimera, descriptiva: que te enredes con las telas de la noche esperando su derroche, desliz sobre  tu y su  cuerpo con intensos fogoneos que quiebran en burbujeo, zigzagueo, en coqueteo. Se les  infiltra el jadeo. Hay baboseo,  los labios se queman. Rompen los quejidos de la noche, latidos tras latidos… y aunque la lluvia es corta y  a chubasco esos cuerpos hoy no son más que dos asesinos.. 

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